Los pensamientos y las fantasías

Los pensamientos y las fantasías

Los pensamientos y las fantasías

Todos tienen estas fantasías. Algunas personas más, otras menos. Somos seres humanos y no ángeles. HaKadosh Baruj Hu creó el mundo de manera tal que los hombres y las mujeres se sienten atraídos entre sí, y, gracias a ello las personas se casan, tienen hijos y pueblan la tierra. Si te molesta el hecho de tener que pelear con estos pensamientos, eso ya es algo de lo que tienes que estar orgulloso. Si nos encerramos en nuestras fantasías, entonces caemos en la tristeza, y esta tristeza nos lleva a tener más fantasías, y ello se convierte en un ciclo vicioso del cual es muy difícil salir. Sin embargo, en el momento que comenzamos a mirarnos a nosotros mismos con una luz positiva, veremos que las fantasías no serán tan frecuentes.

El Báal HaTania (capítulo 27, versión abreviada) escribe acerca de aquellos que logran dominar estos malos pensamientos:

El Zóhar (pág. 128) exalta la gran satisfacción de Hashem cuando acá abajo se logra dominar la Sitrá Ajará (el Otro Lado). Entonces, la gloria de HaKadosh Baruj Hu se eleva por sobre todo -incluso más de lo que se lograría a través de cualquier plegaria- y esta ascensión es más grande que cualquier otra cosa.

Por eso ninguna persona debe sentirse deprimida, aunque todos los días de su vida se encuentre sumida en este conflicto, ya que quizás, es por ello que la persona fue creada, y este es su servicio: subyugar constantemente la Sitrá Ajará.

Cuentan la historia de un báal teshuvá (que se arrepintió y corrigió sus caminos), que una vez se presentó ante uno de los Maestros Jasídicos con una pregunta. Tras haber hecho teshuvá (haberse arrepentido) de sus malos comportamientos en el pasado, encontraba que todavía era acosado por malos pensamientos y fantasías. El Rebe le contó una parábola:

Había una vez un judío llamado Moshke que tenía una taberna en la cual vendía vino y bebidas alcohólicas a los campesinos gentiles de la zona. Luego de un tiempo, se cansó de tratar con los gentiles ebrios y decidió dedicarse a otro trabajo, y cerró el bar. Esa misma noche, alguien golpeó a la puerta. “¡Moshke, Moshke, abre la puerta! ¡Queremos vino y bebidas!”. “Lo siento”, dijo Moshke, “de ahora en adelante, la taberna permanecerá cerrada”. Los gentiles no tuvieron otra opción más que regresar desilusionados. Durante días, e incluso semanas, la gente seguía llamando a la puerta de Moshke, pero al difundirse la noticia de que la taberna había cerrado, los llamados a la puerta comenzaron a ser cada vez menos frecuentes hasta que los gentiles dejaron de venir.

Lo mismo ocurre con estos pensamientos, explicó el Rebe. Luego de hacer teshuvá, los pensamientos tratan de seguir invadiéndonos. Pero si mantenemos la tienda cerrada y nos abstenemos de nuestros comportamientos del pasado, después de un tiempo, esos pensamientos ya dejarán de molestarnos.

Prácticamente, nosotros en cierta medida podemos controlar nuestra mente. Para algunas personas, la siguiente técnica funciona muy bien: Piensa en una imagen “limpia” y placentera de un lugar en el que has estado o una experiencia que hayas disfrutado. Concéntrate en esta imagen por un momento con los ojos cerrados o abiertos. Siente las sensaciones, ve el cuadro y oye los sonidos a tu alrededor. Ahora, cada vez que una vieja imagen o una fantasía se te aparezca en tu mente y de la cual quieras liberarte, entonces reemplázala por esta imagen placentera. (Para más información, buscar en Google: “La técnica de PNL—Programación Neurolingüística”).

Otros sugieren que debemos concentrarnos en la respiración, al inhalar y exhalar profundamente durante unos minutos. Este ejercicio tiene el poder de desviar nuestra concienciación de nuestros pensamientos al focalizarnos en la respiración de nuestro cuerpo. Este ejercicio es también relajante y disminuye la tensión y la presión que se crea por el deseo sexual que experimentamos a través de las fantasías.

Una persona escribió en el foro:

No puedes luchar con un cerdo sin ensuciarte. Los pensamientos te asaltarán, acéptalo. Ello no quiere decir nada. Preocuparse por ellos o hacer algo para tratar de deshacerse de ellos, simplemente no funciona. Estás luchando con un cerdo. Es como tratar de no pensar en un elefante verde, lo cual sólo te llevará a pensar más en el elefante verde. Cuando los pensamientos nos invaden, trata  simplemente de reconocer que sólo entraron un momento en tu mente, deséales una calurosa bienvenida, y luego, trata de concentrarte y hacer otra cosa.

En la literatura jasídica (ver Likuté Moharán 27:8), se encuentra escrito que el tener malos pensamientos y fantasías es un mérito (zejut). Le dan a la persona la oportunidad de volver en teshuvá y hacer un tikún (reparación) adecuado por los pecados del pasado. Muchas personas se deprimen cuando tienen estos pensamientos y se sienten mal. Pero estos pensamientos nos asaltan para que nos elevemos. En términos cabalísticos, ¡los pensamientos tienen algo de vida propia y en realidad QUIEREN ser elevados! Entonces, toma conciencia que los desafíos a los que te estás enfrentando están allí para que logres alcanzar una teshuvá shelemá (un arrepentimiento completo). El hecho de reconocer esto, nos ayudará a evitar obstáculos innecesarios y a fortalecernos en nuestro continuo crecimiento.

La tefilá (plegaria) es también una herramienta muy poderosa en esta batalla. Cuando uno se siente atacado por ese deseo sexual incontrolable, debe decir: “Por favor, Hashem, ¡sálvame de esta prueba! Quiero amarte a Ti, y no a alguien de carne y hueso”. O decir: “Ribonó shel Olam, (Amo del Universo), yo sé que es mi culpa el hecho de que tenga estos pensamientos. Yo no los quiero. Ayúdame a que pueda concentrar mi atención en algo para que estos pensamientos me abandonen”. Incluso, plegarias cortas, “de trinchera”, pueden hacer maravillas: “Hashem, ayúdame. No puedo hacerlo solo”.

Busca nuestro sitio en la web www.cuidatusojos.org y regístrate para recibir mails de exhortación (jizuk) para aprender muchas más técnicas respecto de cómo enfrentar las fantasías persistentes y los pensamientos lascivos.

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