Todo cuenta

Todo cuenta

Debemos saber que a nuestra “cuenta espiritual”, se van agregando moneda tras moneda cada vez que le decimos "no" al Yetzer Hará, sin importar cuán insignificante pueda parecer ante nuestros ojos en ese momento. Incluso si una persona está segura de que caerá en un futuro inmediato, ¡debe saber que cada minuto que se abstiene, estará ganando una recompensa que ninguna persona ni ningún ángel puede llegar a comprender! Y cuando una persona tiene suficientes monedas en su “cuenta espiritual”, ¡puede triunfar mucho más allá de sus sueños más desenfrenados!

La Guemará dice: “Habá letaher mesayeín lo – Aquel que viene a purificarse, lo ayudan [del Cielo]”, y Jazal dicen: “Bedérej she adam rotzé lelej molijín otó – Por el camino que la persona desea conducirse, lo conducirán”. ¿Por qué la Guemará siempre habla en plural: “lo ayudarán, lo conducirán”? El Maharshá explica que a través de toda decisión y todo esfuerzo que una persona realiza, se crea un ángel. ¡Y cuando el ejército de ángeles es lo suficientemente grande, este tiene la fuerza de ayudar a la persona a superar todos los obstáculos y a conducirlo donde quiera encaminarse!

Nunca se trata de TODO O NADA

La idea de que siempre tenemos que ganar en realidad nos convierte en presas fáciles del Yetzer Hará. ¡Él utiliza nuestras buenas cualidades -como nuestro constante anhelo por alcanzar la perfección- y las pone en nuestra contra al tratar de hacernos sentir frustrados cuando experimentamos una caída! En esta batalla, nunca se trata de “todo o nada”. Cuando un ejército sale a la lucha, ¿siempre gana? ¿nunca hay bajas? ¿nunca hay heridos? El versículo dice: “No hay tzadik (justo) en el mundo que siempre haga el bien y nunca peque” (Kohélet 7:20).

El Rav Hutner una vez le escribió una carta a un joven que estaba deprimido por sus caídas personales en el área espiritual. Rav Hutner explica que lo que hace que la vida tenga significado no es el deleite que uno tiene en la compañía exclusiva del Yetzer Hatov (Buena Inclinación), sino que lo que le da significado a la vida es la dinámica batalla con el Yetzer Hará (Mala Inclinación). La famosa oración de Shelomó HaMélej que “Siete veces cae el justo y se levanta” (Mishlé 24:16), continúa el Rav Hutner, no significa que “incluso después de haber caído siete veces, el justo se las arregla para volver a levantarse”. Lo que realmente quiere decir, él explica, es que es solamente y precisamente a través de varias caídas que una persona alcanza la verdadera rectitud y moralidad. Las luchas -incluso las caídas- son elementos inherentes a lo que puede llegar a convertirse, con determinación y perseverancia, en la máxima victoria.

Si estuvieras observando una lucha entre un hombre y un león, ¿a quién le darías más crédito: a una persona con un arma que le pega un disparo al león y este cae, o a una persona que se defiende con sus propias manos? En este último caso, se desata una lucha tremenda y muchas veces el hombre es el que está perdiendo y el león es el que está ganando, pero sin embargo, el hombre se las arregla para empujar al león sacándoselo de encima, una y otra vez, ¡hasta que finalmente logra dominarlo y gana la batalla! Hashem quiere recompensarnos con un deleite Divino infinito, y nos puso una bestia dentro de nosotros para que terminemos con ella. Él podía habernos hecho poderosos como los ángeles, pero sólo a través de los seres humanos que luchan con sus propias manos en la oscuridad de este mundo es que se logra elevar la presencia Divina de Hashem, la cual logra iluminar los lugares más oscuros.

El Zóhar en la perashat Tetzavé escribe:

Ya que no hay otra luz más que aquella que sale de la oscuridad. Y cuando el “Otro Lado” es dominado, el Amo del Universo se eleva y Su honor aumenta. Y la avodat Hashem (el servicio a D’os) sólo existe a través de la oscuridad, y no puede haber bien, sino a través del mal. Y cuando la persona va por el mal camino, y luego lo abandona, el honor del Amo del Universo se eleva a través de esta acción. Y así, la “Shelemut” (perfección) de todo es el bien y el mal juntos, y luego encaminarse hacia (el lado de) el bien. Y no puede haber bien más que aquel que surge del mal, y a través de este bien, Hashem se eleva. Y ello se llama Avodá Shelemá (un servicio completo a D’os).

Hashem mira nuestros esfuerzos y no los resultados.

Hashem no busca que alcancemos grandes logros y éxitos. Si es que logremos alcanzar el éxito completo o no, es en definitiva Su asunto. Todo lo que Él pide de nosotros es que cada día nos fortifiquemos un poquito más y hagamos lo que está dentro de nuestras posibilidades en este sentido. Nuestra batalla con el Yetzer Hará es más importante para Hashem que nuestro logro final de habernos liberado de él. Hashem tiene suficientes Malajim (ángeles) grandes y poderosos en el Cielo, pero sólo los seres humanos son los que luchan con el Yetzer Hará y le producen a Hashem nájat rúaj (satisfacción) a través de ello.

Del libro Menujá uKedushá, escrito por un alumno de Rabí Jaím Volozhiner, se aprende que incluso una persona que peca durante toda su vida puede seguir siendo considerada un tzadik, con tal que nunca se dé por vencida y siempre continúe luchando. A nosotros nos gusta siempre pensar en el éxito en términos de resultados. Pero Hashem mira nuestro esfuerzo y no los resultados.

Obtener apoyo después de una caída.

Cuando experimentamos una caída, nunca debemos dejar que ella nos hunda. Si nos deprimimos estamos haciendo exactamente lo que el Yetzer Hará quiere de nosotros, y ello lleva a un ciclo vicioso de continuas caídas.

La verdadera prueba de un servidor de Hashem es precisamente cuando Hashem le quita todo, así como cuando la persona cae y no siente inspiración, no siente emoción y no siente hitlahavut (entusiasmo). Ese es el momento de la verdad cuando una persona se puede preguntar honestamente: “¿Soy un servidor de Hashem porque es mi naturaleza y/o porque me mantiene emocionalmente feliz, o yo sirvo al Todopoderoso porque esa es Su voluntad y no por otra cosa?”

El Rebe de Lubavitch (un alumno del Rebe Shelomó de Karlin) llegó a decir que si una persona mata a otra y del cuchillo todavía gotea sangre, y la persona se siente incapaz de pararse y rezar Minjá (el servicio de rezos de la tarde) con todas sus fuerzas y con todo su corazón, ¡entonces todavía no probó de las aguas del Jasidut!

El Beer Maím Jaím dice que cuando en el ejército querían probar a un gran soldado para ver si era apto para ser general, lo ponían sobre un caballo salvaje del cual era imposible no caerse. Aunque nadie podía mantenerse sentado sobre ese caballo por mucho tiempo, la prueba era sólo para ver cuánto tardaba la persona en levantarse y recuperarse después de salir despedido del caballo y quedar herido.

Comments (1)

  • nathan24
    nathan24
    26 Noviembre 2011 at 20:34 |

    אשרייכם ישר כח על המאמר החזק הזה.... חובה להפיצו כמה שיותר
    שה' ישמור אותכם

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