Examinando nuestros rasgos de carácter

Examinando nuestros rasgos de carácter

La adicción es muchas veces un signo de que nos falta uno de los principios básicos más importantes respecto a lo que significa ser un ser humano, creado a la imagen de Hashem. Ni siquiera los animales abusan de sus instintos y caen en adicciones. En este aspecto, hemos caído mucho más bajo que los animales.

Aunque sea duro reconocerlo, la madurez emocional de un adicto muchas veces puede estar al nivel de un niño de dos años. Cuando no obtenemos lo que queremos, sentimos que queremos llorar, patalear y gritar. Nunca hemos aprendido cómo enfrentarnos con el dolor, el resentimiento, la ansiedad, el estrés o el enojo. Siempre hemos utilizado la adicción para escondernos dentro de nosotros mismos, y así evitar la interacción emocional madura con los demás. Mientras nuestros padres crecían y aprendían acerca de la vida del mundo que los rodeaba, nosotros estábamos inmersos en nuestros mundos de fantasía de placer propio y escape. Y por eso muchas veces, muchos de nosotros continuamos siendo tan emocionalmente inmaduros como un niño pequeño.

Para poder realmente tratar el tema de raíz, debemos volver a aprender los principios morales básicos, partiendo de cero. Principios como una rigurosa honestidad en todos nuestros asuntos, un informe personal honesto, una confianza completa en Hashem, una humildad verdadera, y una disposición sincera de reparar el daño que les hemos ocasionado a las personas de nuestro entorno y de entregar nuestra voluntad a Hashem: todo ello son principios básicos, con los que incluso los alcohólicos no-judíos de la Asociación de Alcohólicos Anónimos son capaces de identificarse, y trabajando a través de un programa que incluye estos 12 principios (el programa de 12 pasos), muchas veces logran transformar sus vidas y convertirse en “Hombres de D’os”. Salvo el Paso 1, los 12 Pasos no hacen siquiera mención de la adicción (tomar alcohol, ir detrás de nuestros instintos sexuales o cualquiera que sea la adicción). La finalidad de estos pasos es aprender a pensar correctamente y vivir correctamente.

Una vez, Rabí Twerski escribió sobre alguien que estaba convencido de que jamás iba a poder abandonar estas conductas, como sigue a continuación:

Su seguridad de que no va a poder superar la adicción es en realidad la adicción misma que le habla, diciéndole: “Abandona esta batalla, no vale la pena. Nunca lo lograrás, para qué entonces someterte al sufrimiento.” Además de intentar detener la adicción, ¿qué es lo que hizo este joven para hacer cambios radicales en sus rasgos de carácter? Ahí es por donde uno debe comenzar.

Una vez participé de una reunión de Alcohólicos Anónimos donde el que hablaba estaba festejando sus veinte años de sobriedad. Comenzó diciendo: “El hombre que una vez fui, tomaba. Y el hombre que una vez fui, volverá a tomar. Pero el hombre que soy hoy en día, no”. Los alcohólicos que no han probado un solo trago por muchos años pero no han trabajado sobre sus rasgos de carácter son “borrachos secos” y muchas veces vuelven a tomar. Lo mismo ocurre con esta adicción.

¿Cómo puede alguien convertirse en una persona diferente? Trabajando diligentemente en cómo mejorar sus rasgos de carácter: aprender cómo controlar el enojo, cómo liberarse del resentimiento, cómo vencer el odio, ser humilde, ser considerado con los demás, ser absolutamente honesto en los asuntos de uno, reconocer las equivocaciones, superar la envidia, ser diligente y superar la desidia. En resumen, la persona debe tomar el Orjot Tzadikim (El sendero de los justos) y revisar la lista de rasgos de carácter, fortaleciendo los rasgos de carácter buenos y eliminando los malos. Esto es algo que no ocurre de un día para el otro. Cuando una persona transforma sus rasgos de carácter y se convierte en una persona diferente, entonces encontrará que esta “nueva persona” puede lograr cosas que la “vieja” persona no podía.

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